El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta sobre todo a los adolescentes. Concretamente, se estima que más del 90% de los jóvenes lo sufre y casi un 20% lo experimenta con un cuadro moderado o grave. Es lo que se conoce como acné juvenil y suele aparecer alrededor de los doce años.
Esta afección dermatológica tiene un origen multifactorial. No obstante, en el caso del acné juvenil se cree que el factor desencadenante es el incremento en la producción de cortisol y andrógenos.
Por un lado, estas hormonas estimulan la producción sebácea en los folículos pilosebáceos, y por otro, desencadenan la obstrucción del conducto por donde se debe eliminar el sebo hacia al exterior. El resultado es que esta glándula, con el sebo retenido a causa de la obstrucción, se inflama y, posteriormente, es colonizada por ciertas bacterias, provocando la aparición de acné.
El tratamiento del acné juvenil debe ser individualizado según el tipo de lesión predominante, su extensión, su gravedad y los factores asociados. Aún así, estos deberían ser los pasos a seguir ante el desarrollo de puntos negros (comedones abiertos), puntos blancos (comedones cerrados), granos o quistes.
Existen diferentes tipos de acné juvenil, pero todos ellos son susceptibles de tener un impacto emocional, derivar en complicaciones o dar lugar a cicatrices. Además, el acné puede ser síntoma de alguna condición subyacente.
En ese sentido, el correcto diagnóstico por parte de un dermatólogo y su tratamiento precoz es clave para prevenir su empeoramiento y la aparición de secuelas.
La figura del dermatólogo también es imprescindible para poder desmontar mitos y alertar sobre el riesgo de recurrir a remedios caseros contra el acné juvenil. Por ejemplo, que el sol ayuda al acné, una creencia que favorece la aparición de nuevos brotes y que es motivo de consulta frecuente tras el verano en las consultas dermatológicas y las farmacias.
Asimismo, es importante que el especialista pueda explicar bien los efectos secundarios de cada tratamiento y la posibilidad de nuevos futuros brotes.
Aunque los jóvenes desean encontrar soluciones que les indiquen cómo eliminar el acné juvenil rápido, hay que insistirles en que los primeros resultados podrán empezar a verse a partir de las cuatro o seis semanas y que el éxito está en la adherencia al tratamiento.
El uso de productos para el acné juvenil en la higiene y la hidratación de la piel es fundamental para mantener a raya las lesiones y prevenir nuevos brotes.
Se recomienda lavar el rostro dos veces al día, por la mañana y por la noche, con geles limpiadores suaves (tipo syndet o también llamados “jabón sin jabón”) que consigan una limpieza profunda sin resecar la piel.
Hay que recordar que un lavado excesivo o demasiado agresivo, sobre todo si se acompaña de fricción, es contraproducente. Esto se debe a que se elimina el manto ácido hidrolipídico de la piel, se ocasiona xerosis y se estimula una mayor producción sebácea de forma reactiva.
Es conveniente que los jabones para el acné contengan principios activos con acción astringente, emoliente y anti seborreica, como es el caso del lactato de zinc y el extracto de bardana, entre otros.
En cuanto a las cremas para el acné juvenil, no deben contener aceites ni grasas en su composición. Esto sirve también para los fotoprotectores y los productos de maquillaje.
Paralelamente, se aconseja el uso de agentes exfoliantes o de efecto peeling para impedir el engrosamiento de la piel y la acumulación de células muertas, así como para favorecer la eliminación y la prevención de nuevos comedones.
Estos productos suelen tratarse de mascarillas para el acné juvenil y la frecuencia de su aplicación dependerá del tipo de piel y las lesiones que se presenten.
Entre los principios activos más empleados destacan el ácido glicólico, el caolín, el azufre, el óxido de zinc, el dióxido de titanio y el silicato de aluminio magnésico, así como los gránulos de polietileno o de celulosa en el caso de los exfoliantes físicos.
Más allá de los cuidados de la piel, en el tratamiento del acné juvenil también juega un papel clave el estilo de vida. Hay que conseguir una adecuada gestión del estrés, ya que puede ser un factor desencadenante, cuidar el descanso, practicar deporte y seguir una dieta equilibrada.
Respecto a la alimentación, no se puede hablar de alimentos que producen acné. Es un mito que el chocolate, los frutos secos o los embutidos causen y empeoren las lesiones.
Sin embargo, estudios recientes apuntan que algunas personas podrían beneficiarse de una dieta con menos productos de elevado índice glicémico (por ejemplo, los azúcares refinados, el alcohol, etc.) y lácteos, ya que ambos elevan los niveles de insulina y otras hormonas que promueven la secreción de andrógenos.
Uno de los consejos para el acné juvenil más importantes es que no se debe tocar ni manipular los comedones o granos. Hacerlo puede emporar las lesiones y aumenta el riesgo de cicatrices.
En el caso de acné juvenil leve o moderado, con comedones y escasas lesiones inflamatorias, los dermatólogos pueden prescribir el uso de medicamentos tópicos. Estos pueden utilizarse solos, pero hay evidencia de que las combinaciones de agentes con distintos mecanismos de acción son más eficaces.
Estos tratamientos únicamente funcionan en el lugar de aplicación y hay que empezar a usarlos de forma gradual y en concentraciones bajas.
Entre los principales medicamentos tópicos para el acné destacan el peróxido de benzoilo, los retinoides, los antibióticos como la clindamicina, la eritromicina y la tetraciclina, el ácido azelaico, la nicotinamida, el adapaleno y el tazaroteno.
En casos de acné severo, con nódulos, quistes o evidencia de cicatrices, se debería valorar el tratamiento oral.
La isotretinoína es el medicamento para el acné más eficaz, con una curación de aproximadamente el 85% de los casos utilizando las dosis adecuadas. Debido a su teratogenicidad, la isotretinoína debe administrarse con un método anticonceptivo adecuado en mujeres en edad fértil.
Justamente los anticonceptivos orales combinados son otra opción terapéutica en adolescentes con acné juvenil, ya que los estrógenos suprimen la actividad de las glándulas sebáceas y disminuyen la formación de andrógenos ováricos y suprarrenales.
La terapia hormonal suele ser utilizada en chicas jóvenes con acné moderado a grave que pueden presentar o no otras afecciones como hirsutismo y alopecia.
Finalmente, los antibióticos orales se reservan generalmente para casos de acné severo, con lesiones predominantemente en el tronco (por la dificultad de aplicar el tratamiento tópico), acné que no responde a medicamentos tópicos y pacientes con riesgo elevado de cicatrización.
Aunque los antibióticos han demostrado su eficacia a la hora de reducir el número de lesiones, no suelen resolver el acné completamente, cuando este es moderado o severo.
En ciertos tipos de acné, como el caso del acné nodular severo o nódulo quístico, el tratamiento puede acompañarse puntualmente de otros procedimientos en consulta como la inyección de corticoides intralesionales o la extracción de comedones.
Por lo que respecta al tratamiento de las cicatrices de acné, los procedimientos más empleados son los láseres fraccionados, los peelings químicos, la infiltración de materiales de relleno, la subcisión (la ruptura de los tractos fibrosos que ha formado la cicatriz) o la extirpación quirúrgica para formar cicatrices más estéticas.