La tasa de suicidio de los médicos casi dobla la del resto de la población; Con un suicidio por día, tienen la profesión con mayor tendencia. Las estadísticas que cita Sinha son preocupantes: el 6 % de los médicos en entrenamiento. Según un estudio publicado por Blumenthal et al. (2006) el 10% de los médicos residentes en Estados Unidos al finalizar su formación se declaran incapaces de manejar el tratamiento de procesos como la depresión, el abuso de drogas, el consejo al paciente y la violencia doméstica, a pesar de que su competencia clínica general es considerada satisfactoria. El trabajo contiene datos de 4.832 residentes pertenecientes a diferentes especialidades médicas.
Una lectura sistemática de suicidios entre médicos, publicada por el portal MedScape, reveló que la tasa de suicidio en esta profesión es de 28% al 40% por cada 100.000 personas, más del doble que la población general.
Los médicos que mueren por suicidio a menudo sufren de depresión no tratada o tratada pobremente, u otras enfermedades mentales, un hecho que subraya la necesidad de una intervención temprana señala la investigadora del estudio Deepika Tanwar, MD, Programa de Psiquiatría.
Los resultados también revelaron que aunque los médicos mujeres intentan suicidarse con mucha menos frecuencia que las mujeres en la población general, la tasa de finalización para las médicos (es decir, que no solo intentan sino que logran acabar con sus vidas) supera a la de la población general en 2,5 a 4 veces y es igual a la de los médicos varones.
Más allá del hecho evidente que los profesionales de la salud conocen mejor que nadie los mecanismos fisiopatológicos que los pueden llevar a morir y tienen muy fácil acceso a ellos, hay otras razones importantes que fatalmente pueden pasar desapercibidos, incluso para los mismos doctores, y en las facultades de medicina.
Los médicos soportan silenciosamente una grave sobrecarga laboral. “Los médicos en el mundo sufren una ‘pandemia de agotamiento’ que pone en riesgo tanto su salud, como la de la sociedad en general. El agotamiento de los médicos es síntoma de un problema mayor, un sistema de salud que sobrecarga de trabajo cada vez más a los médicos y subestima sus necesidades en salud” Así lo advirtió Leonid Eidelman, el nuevo presidente electo de la Asociación Médica Mundial (AMM).
Casi la mitad de los 10 millones de médicos en el mundo tienen síntomas de agotamiento, incluida fatiga emocional, de vinculación interpersonal y una baja sensación de logros personales. Parte del problema recae en el hecho de que muchos médicos devengan insuficientemente, por lo que duplican sus jornadas laborales descansando poco. Otros aspectos que incrementan el estrés entre los médicos, que se destacó en el libro Médicos bajo estrés, son la alta autoexigencia de estos profesionales; su tendencia a la competitividad; y la sobrecarga emocional generada por el hecho de atender a otros seres humanos en situación vulnerabilidad y de alto sufrimiento emocional.
La profesión médica no es ajena al incremento general de la depresión en la sociedad, por el contrario, la sufre mucho más. Una depresión que pase inadvertida y no sea tratada es un factor de riesgo muy importante para el suicidio.
La depresión es al menos tan prevalente entre los médicos como en la población general. La prevalencia de síntomas de depresión clínica autoevaluada es del 12,8% en un estudio prospectivo de más de 1.300 médicos seguidos entre 1.948 y 1.964 (Ford et al 1998), es casi idéntica al 12% de depresión mayor en varones
¿Qué razón puede existir para que, siendo profesionales de la medicina y habiendo estudiado nociones de psiquiatría en su pregrado, no consulten cuando sientan síntomas depresivos en sí mismos? La respuesta tiene varias aristas, ya que, además de las nombradas autoexigencia y competitividad, el miedo al estigma y la negación oscurecen el panorama. Por temor a sentirse señalados como enfermos mentales o débiles, muchos médicos se resisten a buscar la ayuda psiquiátrica que podría salvarles la vida. Un factor inconsciente presente en muchos casos es la negación, según la cual muchos doctores se resisten a admitir que están teniendo problemas emocionales y mentales, y creen erróneamente que esforzándose aún más pueden solucionar sus problemas, lo cual solo conduce a un mayor agotamiento.
En análisis multivariantes, tanto depresión como burnout se asocia independientemente con una reciente denuncia de mala praxis. El número de horas trabajadas, de guardias, la subespecialidad, y el medio laboral se asocian también con una denuncia reciente. La ideación suicida aumenta notablemente en los médicos durante los 3 meses siguientes de haber cometido un error grave en su práctica profesional.
Los especialistas con elevado riesgo suicida son los psiquiatras, los otorrinolaringólogos, cirujanos, anestesistas y dentistas, y la edad en promedio que lo llevan a cabo es entre los 45 a 64 años de edad.
Aunque suena irreal, los expertos en la salud tienen poca conciencia sobre su propio bienestar y cuidado, partiendo de esta premisa se deriva problemas que afectan la manera en que perciben la realidad por lo que deciden tomar, en algunos casos, la decisión de suicidarse.
"Existe la creencia (errónea) de que los médicos lo tienen todo: una profesión, un trabajo estimulante, prestigio, inteligencia, éxito, y sobre todo dinero y apariencia".
Tradicionalmente, los suicidios de los médicos son ocultados, negados, motivo de cotilleo, pero no abiertamente tratados de forma colectiva por los colegas. Hoy, con más conocimiento y menos estigma, las comunidades médicas piden afrontar las muertes trágicas de sus compañeros. Es por ello que tanto médicos como pacientes debemos empezar a tomar conciencia de lo importante que es cuidar de su salud física y emocional.
Una de las principales normas de buena práctica clínica es no comprometer el juicio clínico porque el paciente sea médico. Existe una larga historia de médicos que se suicidaron y que no fueron diagnosticados ni tratados adecuadamente a causa de sus propias resistencias y la connivencia de colegas complacientes.
1. Trata de valorar a los médicos lo más rápidamente posible, en especial cuando son ellos mismos los que piden ayuda, ya que necesitan esta forma de cortesía profesional.
2. Pregunta si dispone de medios y métodos de suicidio como clorato potásico, insulina, digoxina y fentanilo.
3. A menudo los médicos consultan "demasiado tarde", cuando están muy enfermos, aunque lo nieguen, hasta poder llegar a sentirse irreparablemente dañados y una pesada carga para su familia. El o ella pueden llegar a ver su muerte como un alivio para su propia familia.
4. Asume que todos los médicos han contemplado el suicidio a lo largo de un continuum de intensidad y frecuencia, como forma de control último sobre la propia vida.
5. Cuenta con el hecho de que el médico enfermo no sea sincero con su psiquiatra, para evitar la baja laboral y un ingreso psiquiátrico involuntario.
6. En este caso es esencial garantizar la privacidad y la confidencialidad del médico enfermo.
7. Cuando sea posible, recuperar la profesión es a menudo un importante factor motivacional para hacer el tratamiento.
8. Trata las alteraciones del sueño con la medicación apropiada, por la estrecha asociación que existe entre estas y la conducta suicida.
9. Es esencial contar con la colaboración de familiares y/o otros profesionales, como los que le han tratado previamente, para poder realizar una evaluación completa, de forma comprensiva, persistente y exigente.
10. Un contrato terapéutico oral escrito, debe continuar a una cuidadosa valoración clínica.