La enfermedad por el virus del Ébola (EVE) es una enfermedad grave, a menudo mortal en el ser humano. El virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ebola, que da nombre al virus.
El brote de Ébola de 2014-2016 en África Occidental fue el más extenso y complejo desde que se descubrió el virus en 1976. Hubo más casos y más muertes en este brote que en todos los demás juntos. Además, se extendió a diferentes países: Empezó en Guinea y después se propagó a través de las fronteras terrestres a Sierra Leona y Liberia.
Sin embargo en lo corrido de este año, las muertes provocadas por el virus del Ébola han ido en aumento en la República Democrática del Congo, a pesar de que en el último año se ha realizado un trabajo extraordinario en las circunstancias más difíciles, este virus no ha podido ser controlado y ahora se ha convertido en una emergencia de salud pública de importancia internacional según información suministrada por la (OMS); La confirmación se dio a conocer tras el primer caso en Goma, una ciudad en la frontera con Rwanda.
Todos estamos en deuda con quienes están dando respuesta al brote, que no sólo proceden de la OMS, sino también del gobierno, los asociados y las comunidades.
Después de decretarse la emergencia internacional de salud pública declarada por la Organización Mundial de la Salud por el aumento de casos de ébola en República Democrática de Congo, Colombia ya empezó a tomar medidas para evitar que la enfermedad llegue al país.
En el Valle del Cauca, se está pensando en implementar medidas preventivas en el puerto de Buenaventura y en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón.
La enfermedad por el virus del Ébola, antes llamada fiebre hemorrágica del Ébola, es una enfermedad grave, a menudo fatal, con una tasa de letalidad de hasta 90%, causada por el virus del Ébola, que integra la familia de los filovirus.
A través del contacto con animales infectados (generalmente después de faenados, o durante la cocción o ingestión) o a través del contacto con las secreciones corporales de seres humanos infectados. La mayoría de los casos son provocados por la transmisión de una persona a otra, que se produce a través de sangre u otros fluidos o secreciones corporales (heces, orina, saliva, semen) de personas infectadas que ingresan en el cuerpo de una persona sana a través de soluciones de continuidad de la piel o de membranas mucosas.
La infección puede producirse también si las soluciones de continuidad de la piel o las membranas mucosas de una persona sana entran en contacto con objetos o ambientes contaminados con fluidos corporales de una persona infectada: prendas de vestir, ropa de cama, guantes o equipo de protección sucios, y desechos médicos tales como jeringas usadas.
En el curso de un brote epidémico, quienes están expuestos a mayor riesgo de infección son:
Los trabajadores de la salud.
Los familiares de personas infectadas u otras personas que estén en estrecho contacto con personas infectadas.
Los integrantes del cortejo fúnebre que estén en contacto directo con el cadáver durante la realización de rituales de inhumación.
Aquellas personas con antecedentes de viajes a África subsahariana.
Los trabajadores que se encuentran en contacto con primates infectados de origen africano.
El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días. Las personas no son contagiosas hasta que aparecen los síntomas. Se caracterizan por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los resultados de laboratorio muestran disminución del número de leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.
Se sabe que en algunas personas que se han recuperado de la EVE, el virus persiste en zonas del organismo menos accesibles al sistema inmunitario, como los testículos, los ojos o el sistema nervioso central. En mujeres infectadas durante el embarazo, el virus persiste en la placenta, el líquido amniótico y el feto, mientras que en mujeres infectadas durante la lactancia puede persistir en la leche materna.
Los estudios sobre la persistencia del virus indican que en un pequeño porcentaje de supervivientes, algunos líquidos corporales pueden seguir dando positivo para el virus en la PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa) durante periodos de hasta 9 meses.
Aunque son escasos, han habido casos de enfermedad recidivante sintomática por aumento de la replicación del virus en pacientes que se han recuperado de la EVE. Todavía no se conocen bien las causas de este fenómeno.
La atención de respaldo, en especial la terapia de reemplazo de fluidos, cuidadosamente administrada y controlada por trabajadores de la salud capacitados, aumenta las posibilidades de supervivencia. Otros tratamientos que se utilizan, cuando están disponibles, para ayudar a los pacientes a sobrevivir a la enfermedad por el virus del Ébola son la diálisis renal, las transfusiones de sangre y la terapia de reemplazo de plasma.
Una persona con síntomas similares a los de la enfermedad por el virus del Ébola (fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, vómitos, diarrea) que haya estado en contacto con personas vivas o muertas que se sospeche que han tenido la enfermedad, o que haya viajado a una región donde haya casos de esta debe buscar asistencia médica de inmediato.