El virus de Zika, también denominado Zikv, es un virus que se descubrió por primera vez en el año 1974 en Uganda, en el bosque Zika (de ahí su nombre) y que se dio a conocer en 2007 cuando se produjo un brote del virus en un grupo de islas ubicadas en el norte de Australia y en 2013, cuando el virus llegó a la Polinesia Francesa.
El virus provoca una infección que se transmite por la picadura de un mosquito infectado del género Aedes. Se cataloga como un arbovirus perteneciente al género flavivirus, que son aquellos animales invertebrados como zancudos y garrapatas que le transmiten al ser humano enfermedades. Estos mismos son los que propagan los virus del dengue y del chikungunya.
No obstante, la peculiaridad de este virus no sólo se transmite por la picadura de un insecto, se ha comprobado que el virus de Zika también se puede transmitir a través de la sangre, por contacto sexual, debido a que el virus de Zika permanece en el esperma durante más tiempo. Los períodos durante los cuales mujeres y hombres pueden transmitir el virus del Zika por vía sexual son diferentes ya que el virus puede permanecer en el semen por más tiempo que en otros líquidos corporales. Muchas personas infectadas por el virus del Zika no manifestarán síntomas o solo tendrán síntomas leves e incluso quizás no sepan que contrajeron el virus, pero la persona con Zika puede contagiar antes de que se manifiesten los síntomas, cuando tiene síntomas y una vez que los síntomas desaparecen.
Tras la picadura, el virus de Zika puede permanecer en el organismo entre 3 y 12 días. A partir de ese momento el paciente podrá tener las primeras manifestaciones, aunque no todos los afectados tienen síntomas visibles, lo más común son los siguientes síntomas:
Aparición de placas rojizas en la piel
Fiebre leve
Dolor de cabeza
Conjuntivitis
Dolores musculares
Debilidad e inflamación de las articulaciones
Diarrea
Vómitos
Falta de apetito
En la actualidad no existe ninguna vacuna contra la infección.
La principal medida para evitar el contagio de la enfermedad es impedir la picadura del mosquito. La dificultad radica en que, a diferencia de otros mosquitos, como el de la malaria, el Aedes aegypti no suele picar por la noche, por lo que la prevención de dormir con una mosquitera impregnada de insecticida no es eficaz.
Estamos ante un mosquito urbano, que suele picar de día, en las ciudades y en zonas limpias, no en aguas estancadas. Por este motivo, los expertos recomiendan cubrir la piel con pantalones largos y camisetas de manga larga y utilizar repelentes fuertes.
El síndrome congénito por el virus del Zika es un patrón específico de defectos de nacimiento que se observa en fetos y bebés infectados con el virus del Zika durante el embarazo. El síndrome congénito por el virus del Zika presenta las siguientes cinco características:
Microcefalia severa: En que el cráneo del bebé colapsa de forma parcial
Tejido cerebral disminuido: Con un patrón específico de daño cerebral
Daño: (Es decir, cicatrices, cambios en la pigmentación) en la parte posterior del ojo etc...
Articulaciones con limitaciones en el movimiento: Como pie equinovaro
Demasiada tonicidad muscular: Que restringe el movimiento del cuerpo apenas después del nacimiento
Los bebés infectados con zika antes del nacimiento pueden presentar daños en los ojos y/o la parte del cerebro responsable de la visión, lo cual puede afectar su desarrollo visual. Los bebés nacidos con microcefalia tienen más probabilidades de sufrir problemas oculares.
Un estudio reciente en Brasil reveló que los bebés entre los 19 y 24 meses de edad, con infección congénita por el virus del Zika demostraron que tienen dificultades para sentarse, alimentarse y dormir solos. Los bebés también tuvieron convulsiones, problemas auditivos y oftalmológicos, como el hecho de no reaccionar ante el ruido del sonajero y no ser capaces de seguir a un objeto en movimiento con la mirada. Cabe destacar que será necesario que los bebés afectados por el virus del Zika sigan recibiendo atención especializada por parte de diferentes proveedores de atención médica y cuidadores a medida que van creciendo.
No todos los bebés nacidos con infección congénita por el virus del Zika tendrán todos estos problemas. Algunos bebés con la infección por el virus del Zika congénita que no tienen microcefalia en el nacimiento, pueden experimentar un crecimiento tardío de la cabeza y desarrollar microcefalia posnatal.
Reconocer que el zika es la causa de ciertos defectos congénitos no significa que todas las mujeres embarazadas infectadas con el virus del Zika tendrán un bebé con un defecto de nacimiento. Significa que la infección por el virus del Zika durante el embarazo aumenta la probabilidad de tener estos problemas. Los científicos siguen estudiando la manera en que el virus del Zika afecta a las madres y a sus hijos con el objetivo de entender mejor la gama completa de posibles problemas de salud que pueden aparecer durante el embarazo a raíz de la infección por el virus del Zika.
Con base en la evidencia disponible, se cree que la infección por el virus del Zika en una mujer no embarazada NO supondría un riesgo de defectos congénitos en embarazos futuros una vez que el virus esté fuera de su sangre.
Partiendo de lo que sabemos sobre infecciones similares, una vez que una persona ha sido infectada con el virus del Zika, es muy probable que él o ella estén protegidos ante una futura infección de zika.
Cualquier persona que viva o viaje a un área con riesgo de zika y nunca se haya infectado con el virus del Zika puede contagiarse por la picadura de un mosquito. Una vez que una persona ha sido infectada, es muy probable que sea inmune a futuras infecciones.
No hay una vacuna ni un tratamiento específico para el zika, sólo un manejo sintomático que consiste en descansar y en tomar acetaminofén o paracetamol para el control de la fiebre.
No se recomienda el uso de aspirinas por el riesgo de sangrado que acarrea.
También se aconseja ingerir líquido en abundancia.
Para manejar el prurito ocasionado por la erupción, se pueden utilizar antihistamínicos.
Es necesario mantenerse alejado del paciente al menos durante la primera semana de la enfermedad para evitar el contagio.